jueves, 16 de noviembre de 2017

Italia y su futuro futbolístico.

Apenas comienza el verdadero tramo largo y amargo en búsqueda de las nuevas glorias.

Solamente han pasado un par de días desde que Italia perdió su derecho a participar en la próxima Copa del Mundo a jugarse en Rusia y parece que este trago amargo y este duro andar, son tan insoportables como interminables.

Para una nación y para los fanáticos de este equipo el verdadero dolor apenas empieza, pues pasado el shock que significó la eliminación ahora viene el difícil camino de volver a comenzar mientras se espera con gran ansiedad, la siguiente oportunidad para darle vuelta a esta terrible y cruda página.

Tendrán que pasar tres años para comenzar un nuevo ciclo mundialista y casi cuatro para saltar a las canchas de Qatar, en búsqueda de esa gloria que se quedó enmarcada por última vez aquella noche del 9 de julio del 2006 en Berlín. Tomada ya la medida más urgente y sensata que fue la destitución de Gian Piero Ventura como entrenador, viene la verdadera y árdua labor no de recomponer el camino, sino más bien de construir uno nuevo completamente.

Italia está en cenizas, el año cero del resurgimiento comienza hoy. Lo que a continuación debe pasar es primero que nada planificar al corto, mediano y largo plazo lo que se pretende. 

Por lo pronto se debe seleccionar con meticuloso cuidado a quién será el nuevo Director Técnico, que deberá trabajar con jugadores jóvenes y quizás con alguno que otro integrante de esta fallida selección quienes tendrán que estar completamente recuperados en lo mental.

Quien sea que venga sea Ancelotti, Conte, Allegri, Simeone, Mourinho etc... tendrá que trabajar lo físico, lo táctico, pero sobre todo lo mental de esta selección que deberá estar plenamente convencida del significado de portar la playera azul.

La Federación deberá reformar completamente la Serie A y la cantidad de extranjeros que juegan en ella, pues siendo honestos, en la última década solo han llegado jugadores foráneos de medio pelo que lejos de realzar una liga en total decadencia, quitan la oportunidad de desarrollo y éxito de jóvenes italianos que son quienes representarán a su país en los años venideros.

Se deberá apropiar un poco de la injerencia que poseen los clubes de la Serie A, en cuestión del trabajo de las fuerzas básicas en pro de beneficiar siempre a las futuras promesas del balompié italiano; pues una selección fuerte está respaldada por una liga sólida en la cual los jugadores nacionales han tenido oportunidades de desarrollo.

Se deberá visualizar al mediano plazo cuándo se volverá a levantar la copa de campeones ya sea de una Eurocopa o de un Mundial, que son los torneos a priori de cualquier selección europea y trabajar para alcanzar esa meta día y noche.

Reducir el número de plazas extranjeras, apoyar el crecimiento de los jugadores italianos que salgan a jugar a otros países y, en el último de los casos si es necesario, naturalizar solamente a jugadores foráneos de probada calidad.

Se tendrá además que definir el estilo de juego que la selección implemente como el vehículo para alcanzar las metas deseadas. Optar por regresar al viejo y otrora exitoso "catenaccio" en su momento o bien, emular el éxito de equipos y selecciones actuales con su estilo ofensivo como el Barcelona, Manchester City, España, Francia o Alemania; quienes han entendido mejor el contexto actual del fútbol europeo y se han sabido adaptar a sus formas.

Sea cual sea la elección una vez definido el estilo se deberá trabajar para seleccionar con cuidado a los jugadores que, de acuerdo a sus características, podrán llevar a cabo ese planteamiento y se logren convencer de que tienen la calidad y la mentalidad adecuada para ser ganadores.

La primera gran prueba serán las eliminatorias al campeonato europeo del año 2020, en donde las plazas para disputar dicho torneo serán mayores y el equipo italiano, deberá demostrar con su juego que estará de vuelta para los grandes desafíos. 

Italia tiene que aguantar y reconstruir, trabajar y mentalizarse para evitar un nuevo episodio como esta eliminación que sin duda marcará a un país en muchas décadas. 

El camino es largo y sinuoso, pero entre más rápido se trabaje en reestructurarlo, más rápido llegará nuevamente la gloria.




Fotografías tomadas de sitios de internet, créditos a sus respectivos autores.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Italia y el primer amor a una selección

Confieso que todavía no puedo superar del todo la eliminación italiana del Mundial de Rusia 2018, un trago muy amargo y una espera bastante larga por venir



Corría el año de 1990 cuando cerca de los 8 años y ya tomando cierta consciencia de las cosas que me rodeaban, comencé a ver muchos anuncios en la televisión que señalaban y patrocinaban un evento futbolístico a desarrollarse en Italia durante el verano.

Si bien mi gusto por el fútbol había nacido con total seguridad un año antes mientras se jugaba la temporada nacional 1989-1990, y siendo capaz de distinguir equipos, jugadores, aficiones y estadios, este nuevo evento internacional significó algo que nunca antes había visto. Se trataba de la Copa del Mundo.

Nunca antes me había fijado en un partido de fútbol internacional a nivel selección, no recordaba nada de la Eurocopa de 1988 y mucho menos del Mundial de 1986 que se jugó en mi país. Se puede decir a fin de cuentas que mi primera vez en una Copa del Mundo sería la que se celebró en el país de la bota hace 27 años.

Llegó la fecha, el día de la inauguración, un marco esplendoroso, el Estadio Giuseppe Meazza de Milán parecía una obra fantástica, futurista, nunca me había impresionado tanto ver un estadio de fútbol con ese diseño enrejado en el techo y las dos pantallas gigantes de televisión colgando, rodeadas de banderas de todos los países participantes. Sin duda alguna se trataba de algo grande, algo especial, algo por lo cual los italianos se habían esmerado en todo, desde la renovación de sus sedes hasta la publicidad y los artículos alusivos a la justa que podías ver en álbumes, pines, productos caseros etc.     

Goooooooooooooooooool!!! - ¿de quién, de quién? - me preguntaba, mientras escuchaba en la radio de un taxi urbano la narración eufórica de la primera gran sorpresa que se daría en ese torneo, la victoria de Camerún sobre Argentina de Diego Armando Maradona. 

Recuerdo haber visto alguno que otro partido de dicho Mundial pero sobre todo algo me llamó la atención para siempre. Un equipo con playera color azul rey, elegante, profundo, intenso; que tendría el rol protagónico por ser el anfitrión del torneo. Italia.

Yo no comprendía muchas cosas y una de ellas por ejemplo; fue el porqué México no jugó dicho Mundial. Mis tíos se encargaron de explicarme las razones pero yo no entendía bien el fondo del problema, no obstante me deleitaba viendo los partidos de la selección italiana que tal vez por las emotivas narraciones, los colores de su bandera similares a la mexicana o por ser los locales, me atrapó al instante.

A falta de un representativo de mi país en aquél Mundial, tuve que adoptar y apoyar a otra selección que por causas del destino fue la escuadra italiana. Seguí algunos de sus juegos y poco a poco comencé a contagiarme de su estilo, ambiente y triunfos comandados por Salvatore Schillaci, quien me inspiró para ser el goleador de mi cuadra mientras salía a jugar con los vecinos. De igual forma me gustaba el rol de portero y aquella imbatibilidad de Walter Zenga, se convirtió para mi en otra referencia poderosa que me motivaría a lanzarme por el piso y las calles cual si estuviése defendiendo la portería transalpina.

Schillaci y Zenga, mis primeros ídolos, y fue entonces que me aprendí gran parte de la plantilla que estaba compuesta por Bergomi, Agostini, Maldini, Di Napoli, Carnevale, Serena y Gianluca Vialli entre otros.  

"Italia en semifinales", todo mundo coincidía que la final ideal sería contra Alemania, el otro equipo poderoso que llegaba a dicha instancia ganando casi todos sus partidos y lo mejor, convenciendo. Sin embargo Argentina acabó con el sueño aquella noche en Nápoles. Empate a un tanto y primer gol concedido por Zenga y luego los penales, mi equipo quedaba fuera y el torneo se frustraba para toda una nación que esperaba el cuarto campeonato con gran confianza y emoción.

El Mundial terminó, aquella aburrida final entre Alemania y Argentina jugada en el Olímpico de Roma se decidiría por un penal que honestamente no lo vi, pues preferí salir a jugar con mis amigos siendo yo el "representante" italiano de mi cuadra. 

Tardaron otros cuatro años en poder ver un juego del equipo azul en una Copa del Mundo, en cambio a México, no lo vi por primera ocasión sino hasta una serie de partidos amistosos por Europa en 1992, donde enfrentarían a grandes selecciones como España, Alemania e Italia.

Soy mexicano, pero apoyo, festejo y sufro las participaciones de Italia en cualquier torneo que disputen. Mi primera referencia a nivel selecciones nacionales fue esa selección por el simple hecho de que me tocó ver su Mundial en el cual por desgracia, el representativo de México no pudo participar en el. 

Apoyo a ambas selecciones como a ninguna y cuando han llegado a enfrentarse me ponen en un gran entredicho. Casi siempre termino apoyando más a los europeos no por malinchismo, sino porque cuando se han dado tales enfrentamientos han sido ellos quienes más han necesitado de un buen resultado y porque generalmente han llegado más lejos en los torneos. 

Italia significó desde aquél Mundial ser para mi la selección europea favorita y a partir de ese momento, supe lo que era gozar sus victorias y sufrir amargamente las derrotas, como aquella final del Mundial de Estados Unidos 1994, cuando Roberto Baggio voló su disparo que a la postre, le daría el triunfo a los brasileños. 

Eliminación en la Eurocopa de 1996 en fase de grupos, falla en la definición de los once pasos en los cuartos de final vs Francia en el Mundial de 1998, La tristísima final perdida en los últimos segundos de la Eurocopa del 2000 cuando ya festejaba la victoria, el muy lamentable episodio de Japón y Corea 2002 cuando quizás con el mejor plantel que ha tenido en su historia, la selección italiana fue vilmente acuchillada por el arbitraje en los octavos a favor de los anfitriones coreanos; fracaso rotundo en el europeo de Portugal de 2004 sin poder pasar de ronda inicial y solo hasta la justa mundialista de Alemania en 2006, significaría para mí el fin del sufrimiento y la gloria de ver campeón a mi equipo favorito.

Del 2006 al día de hoy no ha existido ningún éxito, y aunque Italia fue subcampeona de la Eurocopa de 2012 eso significa fracaso. Porque un equipo de esa historia y tradición no hay otro logro verdadero que la obtención del campeonato. 11 años han pasado desde que Fabio Grosso metiera el último penal en esa final vs Francia y de que Cannavaro levantara la Copa en el Olímpico de Berlín.

Nadie en ese instante podría creer que los italianos no volverían a celebrar ningún título y que solo serían testigos de eliminaciones tempranas en Mundiales y Eurocopas sucesivas. Peor aún, el pasado 13 de noviembre quedarían fuera de la Copa Mundial de Rusia culminando así el tobogán de fracasos que desde el 2006 han venido presentándose.

Me duele mucho ver fuera a Italia de un Mundial. Irá México sí, pero no es lo mismo. Jamás imaginé que presenciaría el día en que la escuadra azul no participaría de una Copa del Mundo. No sé que va a suceder a futuro, pero quisiera creer que Italia deberá empezar desde cero y resurgir. 

Italia debe ser siempre protagonista y regresar a los primeros planos. El horizonte es amargo, gris y lejano, el Mundial de Qatar 2022 queda muy distante. Antes quizás la Eurocopa del 2020 pueda ser el primer paso, pero honestamente falta mucho para volver a hacer competitivo a este seleccionado. Italia debe volver y ganar títulos nuevamente, pues el 2006 ha quedado lejos ya y siendo realistas, solamente ha sido una isla en medio de muchos océanos de fracasos.



lunes, 13 de noviembre de 2017

Italia en su peor crisis futbolística

Vuelven los años más negros y desolados para Italia a nivel selección


Cuando Fabio Grosso anotó el penal decisivo que significaba el triunfo italiano en aquella noche de final de Copa del Mundo en Berlín, fue sin duda alguna el momento más feliz de mi vida como aficionado al fútbol. Esa noche finalmente la selección italiana (la que más admiro y apoyo) a nivel internacional me dio la mayor alegría de todas a pesar de no ser italiano de nacimiento.

El 5-3 en penales significaba la cuarta consagración de Italia a nivel mundial haciendo a un lado aquellos episodios tristes de Pasadena en 1994 cuando Roberto Baggio en un escenario similar, erraba su cobro desde los 11 pasos para darle a Brasil el título de campeón del mundo en Estados Unidos, o cuando en la final de la Eurocopa del 2000 en Rotterdam, el equipo italiano se quedó a solo 5 segundos de la gloria continental perdiendo contra Francia. 

De igual manera se quedaron sepultadas en el recuerdo algunas otras malas experiencias como la eliminación en semifinales del Mundial de Italia en 1990, Francia en 1998 por la misma vía de los penales, el robo descarado en la Copa del Mundo de Japón-Corea del 2002 cuando el arbitraje falló cínica y puntualmente a favor del anfitrión o los fracasos europeos de 1996 y 2004. 

No obstante y como comparativa todas aquellas selecciones que fracasaron tenían mayor talento, dirección técnica y corazón; que la última versión de la escuadra italiana que esta noche 13 de noviembre de 2017, quedó fuera de la disputa del Mundial de Rusia del próximo año. 

Nunca imaginé que llegaría el día que tuviera que ser testigo de como la selección de Italia, otrora gigante e intimidante, se quedara fuera de esa justa internacional que significa lo máximo en el orbe futbolístico. Nunca creí que pasarían años y años de fracasos a partir de aquella noche de julio en Alemania cuando la copa levantada en los brazos de Fabio Cannavaro, me daban la mayor alegría futbolística que aun recuerde y he vivido sin exagerar.

El día de hoy en el Estadio San Siro de Milán, se concretó el episodio más negro, doloroso y apocalíptico al menos en 60 años para el equipo trasalpino. La derrota ante Suecia en el global por 1-0 sepultó todas las oportunidades de asistir al Mundial de Rusia del próximo año. La última vez que Italia se quedaba fuera de tal evento se remonta a 1958 cuando el torneo se disputó en Suecia precisamente. 

Este tema da y dará muchísimo de qué hablar en los próximos días, semanas, meses y años hasta que la selección italiana vuelva a ser poderosa, protagonista pero sobre todo campeona de un torneo de la talla de la Copa del Mundo o por lo menos la Eurocopa. Esta escuadra será recordada por siempre como la peor de los últimos años aunque no precisamente sus jugadores sean los de mas bajo nivel con respecto a otras versiones. El problema va mucho más allá de la plantilla actual.

Quedarse fuera de jugar un Mundial debe ser sin duda el episodio más triste y difícil de asimilar para un aficionado, para una nación y para los integrantes de una selección en especial para el arquero Gianluigi Buffon, quien se verá imposibilitado de acudir al que sería su sexto torneo. Este caso será sin duda el más doloroso dentro del por sí amarguísimo trago que resultó esta eliminación que viene a coronar años y años de mediocridad y falta de identidad futbolística.

Aquí existen muchos culpables siendo en primera instancia y con mayor responsabilidad el director técnico Gian Piero Ventura, quien siendo prácticamente un desconocido y sin dirigir a equipos importantes en el fútbol nacional, se le otorgó la encomienda de llevar las riendas de la selección italiana. Cargo sin duda muy difícil y de gran valor pues ser el timonel de uno de los equipos más laureados a nivel mundial y con la eterna obligación de triunfar en cualquier competición, vuelven en automático este puesto algo que no es precisamente para cualquiera.

El nombramiento del señor Ventura como entrenador del equipo italiano en sustitución de Antonio Conte nunca fue bien visto y nunca se comprendió del todo. Un seleccionador para esta escuadra debe estar a la altura del reto y es obvio que Ventura jamás logró conjuntar, armar, ni hacer funcionar a un grupo de jugadores que honestamente no estan a la par del nivel de otras versiones.

Ventura nunca convenció con su forma de juego ni con sus ideas, pues realmente nunca se vio un sello particular o a una selección que domináse un estilo. Por el contrario, parecía que cada partido la suerte y algún chispazo individual, resolvían los partidos de la eliminatoria hasta que el pasado mes de septiembre, España evidenció con una goleada de 3-0, las carencias técnicas y físicas de Italia.

Esa goleada precisamente fue una llamada de atención a tiempo ante lo que se vendría, pues un cambio (arriesgado sí) de dirección técnica, quizás habría servido para revolucionar el equipo y encarar el resto de los partidos de la fase de clasificación con otras ideas tomando en cuenta que la vía de acceso al mundial sería ya solamente por el repechaje. 

Pero ni hubo cambio de entrenador ni cambio en la actitud de los jugadores. Después de saberse condenados al repechaje Italia comenzó a jugar peor cada vez, al grado de solamente marcar 3 goles en sus últimos compromisos contabilizando los dos del desempate ante Suecia que, lejos de sus mejores años y sin estrellas; supo jugar bajo un esquema defensivo y de presión constante que terminó por sepultar cualquier intento italiano de horadar la meta.

Los jugadores tienen gran parte de la responsabilidad de este enorme fracaso pues independientemente de esquemas o ideas futbolísticas, no fueron capaces de anotar un solo gol en los dos partidos de la reclasificación. Sin marcar anotaciones no se pueden ganar partidos y eso era justo lo que esta noche necesitaba el equipo italiano. Ya no hay goleadores de la talla de Paolo Rossi, Christian Vieri, Roberto Baggio, Alessandro del Piero o Filippo Inzaghi. Tampoco hay medios como Andrea Pirlo, Francesco Totti, Demetrio Albertini y mucho menos defensas sólidos como Alessandro Nesta, Fabio Cannavaro y por supuesto Paolo Maldini.

La falta de talento no solo de ahora sino desde hace ya varios años en la selección italiana hoy llegó a su punto más crítico. Desde aquél penal que Grosso le hiciera a Barthez y que significó la cuarta estrella mundial, Italia no ha logrado ningún otro éxito y lo único destacable fue haberse metido hasta la final de la Eurocopa del 2012 que perdió estrepitosamente. 

La falta de identidad futbolística en donde no se juega ni a defender bien ni al contraataque, han sumido a Italia en una crisis profunda de la que no han podido salir desde el 2008 cuando al mando de Roberto Donadoni, la selección acusaba la necesidad de un recambio generacional de calidad.

Nuevos jugadores llegaron y se fueron pero los éxitos brillaron por su ausencia. Ni Cesare Prandelli con su nueva filosofía de ataque ni Antonio Conte apostando al equilibrio funcionaron del todo después de aquél Mundial de 2006. Italia no es la misma de antes, no tiene personalidad, no tiene peso, no defiende impecablemente ni es contundente al ataque. Italia ha olvidado su esencia, su calidad, su ADN triunfador. 

La Federación Italiana parece no entenderlo, se necesitan tomar medidas urgentes y construir desde los escombros una nueva selección. Se debe fortalecer la liga local para que vuelva a ser competitiva en Europa. Se requiere un programa bien diseñado para trabajar e impulsar la carrera de las jóvenes promesas y nuevas generaciones que devuelvan el brillo a esta selección que arrastra la grandeza hasta el día de hoy. Se requieren muchos cambios y mucho trabajo. Por lo pronto se debe empezar por contratar un técnico experimentado y capaz, que dé entrada a los nuevos jugadores que sientan amor y orgullo de portar la playera azul. Se necesita mirar al 2020 año en que se realizará la Eurocopa de Naciones por varias ciudades del continente. 

Se necesitan decisiones fuertes y firmes para asegurar el éxito en los próximos compromisos importantes. Hoy la selección italiana perdió su pase para el Mundial de Rusia 2018, un golpe muy duro en todo sentido para una nación que vive y siente el fútbol como pocas en el mundo.

Días como hoy quisiera que no volvieran a repetirse. Extraño los triunfos, el estilo y la clase de un equipo que aunque no representa a mi país, se convirtió en mi primer referente internacional al ser la primer selección que quise y admiré en un Mundial. Forza Italia y retorna con nuevos bríos, es el fin de una historia, pero debe ser el comienzo de otra más gloriosa.





Fotografía tomada de internet. Crédito a sus respectivo autor.