Ningún aeropuerto ni siquiera el de Los Angeles o Miami en los Estados Unidos se asemejaba al diseño y la funcionalidad del Aeropuerto Internacional de Barcelona. Tampoco fue tardado el proceso migratorio para ingresar a la Unión Europea aunque dicho protocolo, me recordó los arrivos a tierra estadounidense cuando uno viaja desde México.
Al salir del aeropuerto yo recuerdo que empecé a tomar fotos y una de las cosas que llamó mi atención fue el diseño y la señalética de las autovías. Barcelona es una ciudad que tiene una expansión más hacia lo largo de la costa que hacia tierra dentro. Dada esa condición las vialidades principales corren en sentido paralelo al litoral y me recordaron por momentos los freeways estadounidenses, aunque no tan amplios ni con la misma cantidad de autos.
Me sorprendió ver el número de personas que se desplazaba en motocicletas y la arquitectura de la ciudad. La mayor parte de la gente por lo visto gustaba por vivir en edificios antiguos de 4-5 pisos.
Después de instalarme precisamente en uno de esos edificios céntricos salí a dar una primera vuelta por la ciudad. A cada paso que daba me sorprendía ver la arquitectura de los edificios y sobre todo la limpieza de las calles. Nunca había visto tantos contenedores para la basura, había fácil como 5 distintos para cada tipo de resíduos. Los contenedores estaban perfectamente ubicados y diferenciados por colores. Una muy buena idea sin duda que me gustaría ver aplicada en México.
Era ya la tarde de ese día 1 y pude conocer por fuera la Sagrada Familia, catedral e ícono indiscutible de Barcelona que fue diseñada por Gaudí y que a la fecha sigue en etapa de culminación. La Sagrada Familia es de esas estructuras imponentes que merecen muchas fotografías. Al ser el símbolo más famoso de la ciudad mucha gente estaba formada para ingresar en ella, nosotros como veníamos de un muy largo viaje teníamos hambre y decidimos seguir adelante en búsqueda de un sitio para comer.
Esa noche después de cenar nos fuimos a dormir y al día siguiente (y afortunadamente sin efectos del jet lag), salimos a conocer el Parc Güell, sin duda el favorito y más famoso de los catalanes. El Parque ofrece vistas magníficas de Barcelona y en el además de vegetación, encuentras obras de Gaudí. El calor era húmedo y el sol estaba pesado, yo me dediqué a tomar fotografías y a disfrutar de las panorámicas que tenía de la ciudad.
Parc Güell es el sitio ideal para estar en contacto con la naturaleza y hacer ejercicio. Mucha gente visitó el parque ese día y nosotros después de las 2 de la tarde nos fuimos al centro de la ciudad a comer.
Barcelona es una ciudad dinámica, la segunda en tamaño e importancia en España, gente de todas partes del mundo se mezclaban en sus calles, cafés y andadores. Me agradó ver el arbolado de las calles y el bullicio que bajo mis estándares, era perfecto.
La red del metro es verdaderamente funcional y te lleva a casi todas partes de la urbe. Sus trenes son modernos y las estaciones son en general limpias y bien iluminadas. El único detalle negativo del metro en esta ciudad es la gran cantidad de asaltos que los carteristas día con día realizan, principalmente a los turistas.
Las Ramblas son paseos peatonales muy armoniosos y llenos de gente y vendimia. Dichos paseos están enmarcados por grandes árboles que resultan todo un alivio ante el sol y el calor del día. El Mercado San Joseph es un espacio lleno de colores y sabores en donde encuentras todo tipo de mercancías dentro de un acomodo y limpieza pocas veces vistas en mi vida.
A un lado de la Rambla principal se encuentra el Barrio Gótico, un sitio donde están gran cantidad de bares y tabernas. Después de un breve descanso y de un trago por supuesto, continué con mi recorrido y llegué hasta el muelle. La tarde comenzaba a caer y decidí aprovechar las últimas horas de luz para conocer más del centro de la ciudad.
Había que dormir temprano pues al día siguiente teníamos que despertar muy de madrugada para tomar un vuelo hacia nuestro siguiente destino, París, Francia.