Lo digo en serio, no es ninguna broma y mucho menos me arrepiento de mis palabras. Honestamente quiero externar mi sentir con respecto al equipo nacional de mi país.
Hace dos años los colocaba como uno de los caballos negros para llegar como mínimo a semifinales en la Copa del Mundo de Brasil, sin embargo; nada queda de aquél equipo que ganó la Copa Oro de 2011, y que después generaría inercia suficiente para conseguir los títulos panamericanos y olímpicos.
Hoy en día tenemos un equipo desecho, sin identidad, sin liderazgo, sin fútbol, sin ideas y sin ganas. Los malos resultados comenzaron apenas empezando el presente año y de ser una mala racha cualquiera se convirtió finalmente en una debacle con tintes catastróficos, pues pasamos de estar en la gloria a la antesala del infierno de la eliminación.
México se jugará en noviembre su pase al Mundial, será el último boleto que este disponible para asistir a la justa del próximo año en tierras brasileñas. En el 2012 yo pronosticaba que de seguir en ese ritmo y nivel de juego se alcanzaría más allá del tan anhelado quinto partido que desde 1986, se le niega al combinado nacional.
Recién terminado el año 2012 yo colocaba a México entre las 5-6 selecciones que podrían alzarse con el título mundial, peleando palmo a palmo con potencias como: Italia, Alemania y por supuesto; con Brasil y el actual campeón España.
Pero hoy en día la realidad nos dice que la escuadra mexicana deberá pelear por el último boleto contra Nueva Zelanda en el nada honroso y menos aún glorioso repechaje.
La culpa de la debacle no sólo recae en los diferentes entrenadores que han desfilado en este proceso clasificatorio rumbo a Brasil 2014, jugadores y directivos aportan en igual o mayor medida el que México haya caído estrepitosamente en la calidad de su juego y en sus aspiraciones por ser protagonista el año próximo.
José Manuel de la Torre y en menor medida Luis Fernando Tena y Víctor Manuel Vucetich, no lograron elevar el nivel de juego de la selección y lo que es más preocupante, no lograron reanimar a los jugadores ni convencerlos de mejorar en lo individual y en lo colectivo.
Jugadores como Memo Ochoa, Andrés Guardado, Giovanni Dos Santos, Javier Hernández entre otros, jamás asumieron su rol de figuras que juegan en el extranjero. Pero de la misma forma los demás elementos de la selección pecaron de soberbia y pereza, pues la garra y la determinación brillaron por su ausencia en todos y cada uno de los partidos jugados en el Hexagonal.
La Directiva encabezada por Decio de María y Justino Compean perdió la cabeza al hacer cambios tardíos en la dirección técnica. Se demoraron en reemplazar a De la Torre cuando el barco estaba hundiéndose y posteriormente se alocaron al poner y quitar entrenadores desesperadamente y obedeciendo evidentemente a los intereses de las televisoras, en especial Televisa.
Compeán y De María mostraron una vez más lo poco que saben de fútbol y finalmente dejaron ver que lo que más importa en todo lo relacionado al TRI, es el asunto económico. Partidos amistosos contra equipos de bajo nivel jugando en Estados Unidos, y el fastidioso centralismo de enfrentar la eliminatoria de local siempre en el Estadio Azteca, obedecen a la lógica de que el dinero les importa más que mejorar el nivel de juego, o llevar al combinado nacional a otras plazas en México.
México jugará contra Nueva Zelanda un par de juegos en dónde se decidirá todo, más bajo y más lejos no se puede llegar en la búsqueda de llegar a Brasil aunque sea como el último invitado y sin merecerlo en lo absoluto.
México jugará contra Nueva Zelanda un par de juegos en dónde se decidirá todo, más bajo y más lejos no se puede llegar en la búsqueda de llegar a Brasil aunque sea como el último invitado y sin merecerlo en lo absoluto.