martes, 24 de agosto de 2010
¡México Miss Universo 2010!
Increíble!
Nuevamente y tras 19 años de espera para muchas personas, una mexicana se alza con la corona en el certamen de belleza más famoso e importante de éste planeta.
Jimena Navarrete Rosete es una tapatía que estudió Nutrición en la Universidad del Valle de Atemajac en Guadalajara, Jalisco de donde partió con la ilusión de llegar hasta donde hace unas horas llegó.
Ser la Miss Universo sin duda es el sueño de muchísimas señoritas que gustan de la pasarela, la moda y los flashes de las cámaras entre otras cosas de glamour, felicidades enhorabuena para Jimena Navarrete y que vengan ahora más noticias triunfalistas para México pero en planos muchísimo más trascendentales...
Y sinceramente desearía que ahora mi país ganara si no los concursos, si en los estándares y rankings que hablen sobre: transparencia gubernamental, educación, lucha contra la pobreza y desigualdad social, tecnología, etc...
México tiene talento y mucho potencial para ser un país triunfador y de gente triunfadora. Sin embargo la realidad nos encamina a reflexionar que lamentablemente somos derrotistas, cangrejeros e inclusive nuestros peores enemigos.
Ojalá que el triunfo de la señorita Navarrete no sea tomado como una cortina de humo para que en México los políticos y las altas esferas del poder realicen sus acostumbrados movimientos "secretos" a escondidas de la población, ojalá que el tema no se politice y mucho menos Navarrete termine haciendo telenovelas en cualquiera de las 2 cadenas de mayor amplitud masiva en la nación.
Ya para retirarme, me da gusto el triunfo de Jimena porque si bien no es la mujer más bella que hayan visto mis ojos, al menos ha roto con la idea de que Lupita Jones (otrora Miss Universo mexicana en 1991), nunca deseó que otra connacional se coronara como la "mujer más hermosa" del orbe mundial. Yo siempre consideré esa teoría como posibilidad y bueno, creo que ya era hora de que una mexicana destacara a novel global aunque fuese en un evento para muchos (incluyéndome) sin gran importancia real.
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