sábado, 22 de mayo de 2010

El hombre postmoderno

Aquél que no cree en nada ni en nadie, ni en sí mismo, el que se queja de todo, reclama sin saber o con exceso de conocimiento, el que poco o nada hace por mejorar el entorno mas que el asegurar su bienestar quizás.

El que ya no le importan las guerras, los secuestros y las acciones del crímen organizado, el que ya toma como parte de la vida cotidiana los nefastos contenidos televisivos, el que reclama por la falta de la calidad de los mismos pero gustoso se sienta a consumir aquello.

Los que no creen en el amor de raíz, los que quieren instantes fugaces, los que ya no creen que pueden ser felices en un mundo marcado por la desesperanza, el existencialismo, la negatividad y el fatalismo. Los que han perdido la fé y hacen más y más leña del árbol caído, los que critican todo y para todo, aquellos quienes ponen en duda cualquier juicio de razón o de la misma locura. Los que no se atreven a cambiar el entorno pero si lamentar absolutamente cuanto sucede.

El que no le importa la cortesía ni las consecuencias a largo plazo, los que actúan como lobos devorando a su propia especie. Los que no se sorprenden ya de nada sea bueno o sea malo, los que quieren todo de inmediato y sin el mayor esfuerzo, los que buscan encerrarse más en sí mismos y dejar a un lado la colectividad, quienes no creen en un mejor futuro y podría darles igual si hoy se terminara el mundo...o mañana.

Los que han ido más allá del pragmatismo y la hipocresía, los que no ceden su asiento a quien más lo necesite porque en el mundo ya nada importa, solo el lamentar la situación en que se vive una y otra y otra vez... los que no les espanta que gente muera con violencia a cada hora o que en cada 3 segundos alguien pierda la vida por no tener que comer.

Los que van a cuestionar éste mismo escrito y todo lo que lleva inmerso, si, son los hombres y mujeres de hoy en día, la sociedad sin sentido, la del consumo, la simulación y la creadora de necesidades falsas, la de los héroes de plástico y las razones perdidas, la de las redes "sociales", la que no se inmuta ante su propia destrucción, la enajenada, la de mil implosiones en sistemas mundos, en centros y periferias, la vanal y la que nos tocó vivir, la postmoderna.

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