martes, 14 de mayo de 2013

Un viaje fantástico. Introducción: El vuelo de América a Europa y un nuevo mundo.

Salir de tu país para conocer otros es una experiencia increíble, una oportunidad que no se debe desaprovechar y que te deja maravillado en todos los aspectos. El viajar a lugares tan lejanos influye de manera determinante en tu vida y esta jamás vuelve a ser la misma, pues una vez conocidos nuevos rumbos, culturas, paisajes etc., tu mentalidad como ciudadano, turista y persona en sí, se abre completamente.

Tuve la gran fortuna de conocer Europa, el llamado "Viejo Continente" en las vacaciones de verano del año 2011. Fue un viaje de 27 días en los cuales junto con mi hermana pude recorrer algunos países y varias ciudades en un viaje tan inolvidable como fantástico.

La primera parada sería la ciudad de Barcelona, España (Cataluña para ser más precisos), y desde el asiento del avión que partió a las 11 de la noche del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, mi mente y mis sentidos se prepararon a gran escala para lo nuevo por venir.

El viaje duró 11 horas y nunca antes había estado tanto tiempo dentro de un avión. La experiencia para los que amamos sentarnos en ventanilla y adivinar los lugares que vamos dejando atrás se vuelve interesante, pero al cabo de 3-4 horas el cansancio se apodera de uno y se busca la manera de dormir aunque sea un rato. A través de las estaciones de radio que puedes captar durante el vuelo te vas dando cuenta del cambio repentino de los usos horarios por los que atraviesa el avión. Después de pasar ciudades y más ciudades y de medio adivinar cuáles serían acaso, uno entra en un mar de completa oscuridad y solo quizás una finísima línea de luz rompe en el horizonte lo cual te avisa desde muy lejos, que el amanecer está próximo.

Después duermes finalmente, y si logras despertar por momentos solo es para darte cuenta de dos cosas, la primera: que todo el avión está en un silencio absoluto como si aquello fuera un hotel durante la madrugada y segundo: no se ve absolutamente nada por la ventanilla. Ni el mar ni alguna isla se logra divisar. 

Es tal la altura del avión que en completa calma y tranquilidad lo único que puedes ver es un eterno resplandor azul que te confunde, pues difícilmente distingues nubes o lo que sucede allá afuera. La radio no capta ninguna señal y entonces duermes unas horas mas. 

El desayuno está servido y previamente los sobrecargos te ofrecen toallitas tibias y húmedas para limpiar tu cara y medio despertar. Me preocupaba el "jet-lag" y al ver mi reloj eran cerca de las 8 de la mañana, aunque a decir verdad era la hora del centro de México, en realidad en ese punto del océano Atlántico quizás ya eran las 1 o 2 de la tarde. Una o dos horas después y con mucha luz ya se podía distinguir el mar con mayor precisión. No obstante la altura aun era considerable y diminutos como esporádicos barcos aparecían en aquél inmenso cuerpo de agua. Poco a poco estos se iban haciendo más frecuentes y una cosa pasó por mi mente, estábamos cerca de tierra pues aquellas embarcaciones sin duda serían de pesca.

De pronto el mar se hizo más claro y una línea costera rompió el marco azul. Tierra a la vista por fin y una emoción recorrió mi cuerpo. Estaba claro que era tierra continental y que seguramente pertenecía a Portugal. Efectivamente después de un par de fotografías encendí mi radio y sintonicé algunas estaciones de lengua portuguesa, Europa estaba debajo de mis pies literalmente.

Un rato más tarde y luego de ver tierras áridas (mas no desérticas), sospeché que ya estábamos seguramente volando sobre España, las radiodifusoras me lo confirmaron en el instante y la hora que daban marcaba las 4 de la tarde.

Una autopista, una base aérea, unos generadores eólicos y pequeños poblados costeros bien divisados; advertían que el descenso se estaba consumando. Y en instantes la autopista se convirtió en avenida y las primeras fábricas y casas del área metropolitana de Barcelona me dieron la bienvenida. A las 5 de la tarde hora local el avión aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Barcelona - El Prat. Mi asombro fue enorme al ver aviones de líneas aéreas desconocidas para mi y al poco rato me encontré haciendo el registro migratorio dentro del aeropuerto.








1 comentario:

  1. Tienes muy buena mano para la fotografía, realmente de calidad son tus imagenes.
    Ojalá subas más fotos de la ciudad de Barcelona.
    Saludos!

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