jueves, 21 de mayo de 2015

Prefiero un artesano buen gobernante que un ilustrado que sea malo


Como dirían algunos amigos que tengo, el problema no está en la profesión u oficio que tengan aquellos quienes pretenden ser gobernadores o nuestros representantes. Así sean rancheros cómicos, futbolistas, decanos, ilustrados, panaderos o artesanos... el problema está en lo que busque hacer con el poder.

O sirve a la gente mediante las facultades que le fueron otorgadas en los votos, o se sirve de estas mismas para enriquecerse junto a sus allegados. En las verdaderas democracias civilizadas y desarrolladas a nivel mundial, los panaderos, zapateros, peluqueros y agropecuarios pueden ser dignos y elegibles a puestos de gobierno. 

No necesariamente necesitamos gente fina, educada y conocedora del mundo, ese tipo de gente ya nos ha gobernado por años y años y miren en dónde nos encontramos.

A todos los candidatos independientemente de su origen, afiliación o profesión (si la tuviesen), lo más importante es hacer un verdadero proyecto de ciudad, estado y país. Querer de verdad a su comunidad y espacio geográfico para dotarla de todo lo necesario para crecer y desarrollarse en el supuesto de que sumando todos al final todos ganamos. Se debe proyectar con base a la búsqueda de un crecimiento no solo en lo económico, sino también en lo social, lo educativo, lo cultural y por qué no, hasta en lo estético.

Un proyecto que trascienda religiones, creencias políticas, estatus sociales o preferencias sexuales. Se debe visualizar más allá de todas las diferencias para minimizarlas y que con el paso de los años se comience a gestar una nueva mentalidad ganadora, en donde la cultura del bienestar común y no el de unos pocos privilegiados, sea la que catapulte finalmente a este país a una mejor realidad.

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