lunes, 13 de noviembre de 2017

Italia en su peor crisis futbolística

Vuelven los años más negros y desolados para Italia a nivel selección


Cuando Fabio Grosso anotó el penal decisivo que significaba el triunfo italiano en aquella noche de final de Copa del Mundo en Berlín, fue sin duda alguna el momento más feliz de mi vida como aficionado al fútbol. Esa noche finalmente la selección italiana (la que más admiro y apoyo) a nivel internacional me dio la mayor alegría de todas a pesar de no ser italiano de nacimiento.

El 5-3 en penales significaba la cuarta consagración de Italia a nivel mundial haciendo a un lado aquellos episodios tristes de Pasadena en 1994 cuando Roberto Baggio en un escenario similar, erraba su cobro desde los 11 pasos para darle a Brasil el título de campeón del mundo en Estados Unidos, o cuando en la final de la Eurocopa del 2000 en Rotterdam, el equipo italiano se quedó a solo 5 segundos de la gloria continental perdiendo contra Francia. 

De igual manera se quedaron sepultadas en el recuerdo algunas otras malas experiencias como la eliminación en semifinales del Mundial de Italia en 1990, Francia en 1998 por la misma vía de los penales, el robo descarado en la Copa del Mundo de Japón-Corea del 2002 cuando el arbitraje falló cínica y puntualmente a favor del anfitrión o los fracasos europeos de 1996 y 2004. 

No obstante y como comparativa todas aquellas selecciones que fracasaron tenían mayor talento, dirección técnica y corazón; que la última versión de la escuadra italiana que esta noche 13 de noviembre de 2017, quedó fuera de la disputa del Mundial de Rusia del próximo año. 

Nunca imaginé que llegaría el día que tuviera que ser testigo de como la selección de Italia, otrora gigante e intimidante, se quedara fuera de esa justa internacional que significa lo máximo en el orbe futbolístico. Nunca creí que pasarían años y años de fracasos a partir de aquella noche de julio en Alemania cuando la copa levantada en los brazos de Fabio Cannavaro, me daban la mayor alegría futbolística que aun recuerde y he vivido sin exagerar.

El día de hoy en el Estadio San Siro de Milán, se concretó el episodio más negro, doloroso y apocalíptico al menos en 60 años para el equipo trasalpino. La derrota ante Suecia en el global por 1-0 sepultó todas las oportunidades de asistir al Mundial de Rusia del próximo año. La última vez que Italia se quedaba fuera de tal evento se remonta a 1958 cuando el torneo se disputó en Suecia precisamente. 

Este tema da y dará muchísimo de qué hablar en los próximos días, semanas, meses y años hasta que la selección italiana vuelva a ser poderosa, protagonista pero sobre todo campeona de un torneo de la talla de la Copa del Mundo o por lo menos la Eurocopa. Esta escuadra será recordada por siempre como la peor de los últimos años aunque no precisamente sus jugadores sean los de mas bajo nivel con respecto a otras versiones. El problema va mucho más allá de la plantilla actual.

Quedarse fuera de jugar un Mundial debe ser sin duda el episodio más triste y difícil de asimilar para un aficionado, para una nación y para los integrantes de una selección en especial para el arquero Gianluigi Buffon, quien se verá imposibilitado de acudir al que sería su sexto torneo. Este caso será sin duda el más doloroso dentro del por sí amarguísimo trago que resultó esta eliminación que viene a coronar años y años de mediocridad y falta de identidad futbolística.

Aquí existen muchos culpables siendo en primera instancia y con mayor responsabilidad el director técnico Gian Piero Ventura, quien siendo prácticamente un desconocido y sin dirigir a equipos importantes en el fútbol nacional, se le otorgó la encomienda de llevar las riendas de la selección italiana. Cargo sin duda muy difícil y de gran valor pues ser el timonel de uno de los equipos más laureados a nivel mundial y con la eterna obligación de triunfar en cualquier competición, vuelven en automático este puesto algo que no es precisamente para cualquiera.

El nombramiento del señor Ventura como entrenador del equipo italiano en sustitución de Antonio Conte nunca fue bien visto y nunca se comprendió del todo. Un seleccionador para esta escuadra debe estar a la altura del reto y es obvio que Ventura jamás logró conjuntar, armar, ni hacer funcionar a un grupo de jugadores que honestamente no estan a la par del nivel de otras versiones.

Ventura nunca convenció con su forma de juego ni con sus ideas, pues realmente nunca se vio un sello particular o a una selección que domináse un estilo. Por el contrario, parecía que cada partido la suerte y algún chispazo individual, resolvían los partidos de la eliminatoria hasta que el pasado mes de septiembre, España evidenció con una goleada de 3-0, las carencias técnicas y físicas de Italia.

Esa goleada precisamente fue una llamada de atención a tiempo ante lo que se vendría, pues un cambio (arriesgado sí) de dirección técnica, quizás habría servido para revolucionar el equipo y encarar el resto de los partidos de la fase de clasificación con otras ideas tomando en cuenta que la vía de acceso al mundial sería ya solamente por el repechaje. 

Pero ni hubo cambio de entrenador ni cambio en la actitud de los jugadores. Después de saberse condenados al repechaje Italia comenzó a jugar peor cada vez, al grado de solamente marcar 3 goles en sus últimos compromisos contabilizando los dos del desempate ante Suecia que, lejos de sus mejores años y sin estrellas; supo jugar bajo un esquema defensivo y de presión constante que terminó por sepultar cualquier intento italiano de horadar la meta.

Los jugadores tienen gran parte de la responsabilidad de este enorme fracaso pues independientemente de esquemas o ideas futbolísticas, no fueron capaces de anotar un solo gol en los dos partidos de la reclasificación. Sin marcar anotaciones no se pueden ganar partidos y eso era justo lo que esta noche necesitaba el equipo italiano. Ya no hay goleadores de la talla de Paolo Rossi, Christian Vieri, Roberto Baggio, Alessandro del Piero o Filippo Inzaghi. Tampoco hay medios como Andrea Pirlo, Francesco Totti, Demetrio Albertini y mucho menos defensas sólidos como Alessandro Nesta, Fabio Cannavaro y por supuesto Paolo Maldini.

La falta de talento no solo de ahora sino desde hace ya varios años en la selección italiana hoy llegó a su punto más crítico. Desde aquél penal que Grosso le hiciera a Barthez y que significó la cuarta estrella mundial, Italia no ha logrado ningún otro éxito y lo único destacable fue haberse metido hasta la final de la Eurocopa del 2012 que perdió estrepitosamente. 

La falta de identidad futbolística en donde no se juega ni a defender bien ni al contraataque, han sumido a Italia en una crisis profunda de la que no han podido salir desde el 2008 cuando al mando de Roberto Donadoni, la selección acusaba la necesidad de un recambio generacional de calidad.

Nuevos jugadores llegaron y se fueron pero los éxitos brillaron por su ausencia. Ni Cesare Prandelli con su nueva filosofía de ataque ni Antonio Conte apostando al equilibrio funcionaron del todo después de aquél Mundial de 2006. Italia no es la misma de antes, no tiene personalidad, no tiene peso, no defiende impecablemente ni es contundente al ataque. Italia ha olvidado su esencia, su calidad, su ADN triunfador. 

La Federación Italiana parece no entenderlo, se necesitan tomar medidas urgentes y construir desde los escombros una nueva selección. Se debe fortalecer la liga local para que vuelva a ser competitiva en Europa. Se requiere un programa bien diseñado para trabajar e impulsar la carrera de las jóvenes promesas y nuevas generaciones que devuelvan el brillo a esta selección que arrastra la grandeza hasta el día de hoy. Se requieren muchos cambios y mucho trabajo. Por lo pronto se debe empezar por contratar un técnico experimentado y capaz, que dé entrada a los nuevos jugadores que sientan amor y orgullo de portar la playera azul. Se necesita mirar al 2020 año en que se realizará la Eurocopa de Naciones por varias ciudades del continente. 

Se necesitan decisiones fuertes y firmes para asegurar el éxito en los próximos compromisos importantes. Hoy la selección italiana perdió su pase para el Mundial de Rusia 2018, un golpe muy duro en todo sentido para una nación que vive y siente el fútbol como pocas en el mundo.

Días como hoy quisiera que no volvieran a repetirse. Extraño los triunfos, el estilo y la clase de un equipo que aunque no representa a mi país, se convirtió en mi primer referente internacional al ser la primer selección que quise y admiré en un Mundial. Forza Italia y retorna con nuevos bríos, es el fin de una historia, pero debe ser el comienzo de otra más gloriosa.





Fotografía tomada de internet. Crédito a sus respectivo autor.

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